En el planeta existen millones de flores y plantas distintas. En el Diccionario de la Vida se recogen todos los tipos de flores que se conocen en la Tierra. Se conocen más de 100.000 tipos de plantas diferentes, aunque los registros afirman que solo la mitad se han sometido a una revisión científica.
Hay que tener en cuenta que las plantas se catalogan muchas veces sin darse cuenta de que ya se habían descubierto. Otras se han podido catalogar más de una vez. Por ejemplo, el tomate tiene hasta 790 nombres correspondientes a cada una de sus variedades, pero tomates como tal solo existiría uno.
Debido a esta enorme cantidad de plantas y flores, es necesario dividirla en una clasificación que vamos a conocer a continuación.
Anteriormente ya hemos hablado en alguna ocasión de las flores, concretamente de los cactus con flores.
Tipos de flores
Antes que nada, hay que saber que existen dos tipos principales de plantas que se clasifican en base a si presentan flores o no. Podemos dividirlas inicialmente en criptógramas y espermatófitos.
Criptógramas
Estas plantas no tienen flores, y por lo tanto tampoco son capaces de producir semillas. Estamos hablando de vegetación como los musgos y los helechos.

Espermatófitos
Este es el caso de las plantas que presentan flores, esto hace que sean capaces de producir polen y semillas para su reproducción. Podemos distinguir dos tipos de plantas dentro de esta clasificación: angiospermas y gimnospermas.
Por un lado, existen las gimnospermas que no producen flores en ninguna de las etapas de su vida. Por otro las angiospermas que sí que producen flores en su etapa adulta o de manera estacional.
Plantas gimnospermas
Las plantas gimnospermas son aquellas que producen semillas, pero no frutos. Su forma de reproducción implica que sus semillas no están recogidas dentro de los frutos.
En su supervivencia entran factores como la capacidad de polinización de los animales, el viento, el tamaño de sus hojas y el peso, etc. Un claro ejemplo de plantas gimnospermas es el pino.
Flores angiospermas
Las plantas angiospermas son aquellas que producen semillas y también frutos. En este caso la función del fruto es proteger a las semillas de su interior. El fruto ofrecerá los nutrientes necesarios a la semilla para convertirse en un embrión y que consiga desarrollarse. Dentro de esta clasificación podemos encontrar entre 250.000 a 400.000 tipos de flores diferentes.
El fruto asegura su supervivencia no solo protegiendo la semilla sino facilitando su germinación. Por ejemplo, un animal se puede sentir atraído por el fruto, se lo comerá y escupirá las semillas en un lugar alejado donde germinarán, por lo que se asegura la supervivencia de la planta. Un ejemplo muy conocido de flor angiosperma es el almendro.

Dentro de las flores angiospermas podemos distinguir dos tipos muy reconocibles a simple vista. Encontramos las flores monocotiledóneas, cuyas flores suelen tener una cantidad de pétalos de un número múltiplo de tres, y solo tienen un cotiledón. Las flores dicotiledóneas son una serie de plantas que, como su propio nombre indica, tienen dos cotiledones y sus flores tendrán un número de pétalos equivalente a un múltiplo de cuatro o cinco.
Diferenciar una flor
Para diferenciar una flor de otra nos podemos fijar en que las monocotiledóneas tienen las venas centrales de las hojas más paralelas y estas comienzan en la base de sus hojas. Además, las hojas terminan en punta sin ninguna ramificación, este es el caso de los lirios, tulipanes, orquídeas, azafrán y narciso, entre otros. En el caso de las dicotiledóneas, sus venas comienzan en la parte inferior y se ramifican como si fuesen una red por toda la superficie de su hoja. Encontramos en esta clasificación a las rosas, margaritas, begonias y portulacas.

El periodo más fácil de reconocer estas flores es cuando están creciendo, sobre todo cuando salen de la superficie terrestre porque se pueden empezar a observar si tienen una hoja o dos.
Características estacionales de las plantas
Las flores no solo se pueden clasificar según su anatomía, sino que muchas plantas son anuales, es decir, basan su periodo de reproducción, florecimiento y caída o no de hojas en las estaciones. En base a esto podemos distinguir las plantas de hoja caduca, perenne y marcescente.
Plantas de hoja caduca
Las plantas de hoja caduca son aquellas cuyas hojas se caen cuando llega la época del otoño y el invierno. En estas épocas hay menor cantidad de nutrientes disponibles en el suelo y menor cantidad de horas de luz solar. Las hojas de las plantas son unos órganos muy sensibles a la luz solar y si no consiguen realizar la fotosíntesis adecuadamente no tendrán la materia orgánica necesaria para mantenerse con vida y caerán.
Es común que el color verde de las hojas también cambie en estas épocas, este color se debe a la clorofila de las células vegetales. Las hojas que se van a caer se vuelven primero amarillas, lo que significa que la cantidad de clorofila que es capaz de producir la planta está empezando a reducirse, y llegan hasta tonos marrones antes de caerse.
Plantas de hoja perenne
Este tipo de plantas son aquellas cuyas hojas no se caen en las épocas otoñales e invernales, estas plantas cambian sus ojos a lo largo de su vida, pero no se caen específicamente en una época concreta. Las hojas de las plantas perennes suelen durar al menos dos años.
Cambiar todas las hojas de una planta cada año requiere un gasto energético enorme y es posible que en las condiciones en las que vive esa planta no lo pueda realizar. El caso de que no se caigan las hojas implica que la planta debe generar alimento continuo aunque las condiciones no sean favorables, aún así generar ese alimento les será más rentable que perder las hojas.
Plantas de hoja marcescente
Son aquellas plantas que renuevan las hojas todo el año, pero no lo hacen en una época concreta. Se adaptan al clima y se caerán las hojas o no dependiendo de lo que sea más favorable para las semillas, por ejemplo, en la época primaveral será habitual que se caigan sus hojas junto con su semilla porque habrán acabado las heladas y los animales pueden transportarlas mejor.